Chile celebra todos los 18 de Setiembre su fiesta nacional. Este año es, sin embargo, un año muy especial. En primer lugar porque llegamos a esta fecha, con una catástrofe encima de inmensa magnitud y de muy difícil solución a corto y medio plazo. El terremoto y maremoto del 27 de febrero pasado, fue sin duda el punto de inflexión hacia nuevas perspectivas de vida para muchos chilenos. A seis meses vista quedan aún familias viviendo en tiendas de campaña y otras muchas en viviendas de madera (de emergencia) de apenas 18 metros cuadrados, sin luz, ni agua potable, ni tan siquiera lavabos individuales. Se ha hecho un gran esfuerzo pero no el suficiente para resolver de una vez esta tragedia.
Además en las poblaciones más golpeadas (Talcahuano, Dichato, Coronel, Lota, Concepción, etc.) existe un índice medio de desempleo del 14,5%. Su comunicabilidad terrestre es aún deficiente y lo más preocupante es que hasta hoy mismo, no existe un plan oficial decidido para la reconstrucción de la zona afectada. Los agentes sociales no se han podido ponerse de acuerdo en un único plan que armonice las respectivas demandas.
Según las últimas encuestas, un 43% de la población vive con síntomas de estrés, producto de esa vivencia.
En segundo lugar, porque el advenimiento de un nuevo gobierno, que se instaló a los muy pocos días de este infortunio, coincide con el año del Bicentenario de la República. Esta conmemoración estaba estudiada desde hace meses por el anterior gobierno de la Concertación, con un sin número de faustos eventos a realizar durante este mes, pero dadas las circunstancias, se ha decidido restringir. Esa postura que pudiese parecer coherente con lo anteriormente descrito, no lo es por cuanto el ahorro económico que se supone, no concuerda con las acciones que se han emprendido a posteriori.
Por eso y en tercer lugar y para mis inri, el pasado 5 de agosto, 33 mineros quedaron sepultados en la mina San José, al norte del país, y hasta la fecha y a pesar de todos los recursos tanto técnicos, humanos como económicos, no han podido ser rescatados. Existen firmes esperanzas de que esto suceda dentro de los próximos tres meses, con la lógica incertidumbre de que la operación de salvamento llegue a buen fin.
No ha importado el muy considerable gasto que ha supuesto el traer maquinaria del extranjero (EE.UU. y Australia) o del inmenso equipo de rescate (unas 450 personas) ni siquiera la logística técnica, infraestructura punta o simplemente la implementación de campamento de emergencia para los familiares de los afectados. El objetivo es salvar las vidas de esos mineros que llevan tantos días a más de 300 metros de profundidad. Lo importante, en fin, es salvar la vida de esos 33 compatriotas.
En cuarto y último lugar, ha rebrotado un tema que subyace desde siempre y que al día de hoy ha desplazado espectacularmente al de los mineros: El conflicto mapuche. La población originaria de este país, la mapuche, tiene un enfrentamiento con el Estado desde hace muchísimos años y aunque se produjeron algunos tibios avances en la época del gobierno Bachelet, la cruda realidad es que el problema sigue ahí. Casi intacto.
34 líderes mapuches se declararon en huelga de hambre, hace más de 65 días, reivindicando un juicio justo para los delitos por ellos cometidos, que reconocen y que están castigados por la legislación penal chilena a más de 20 años de reclusión mayor (incendios a propiedades privadas, asaltos a vehículos públicos y privados, etc). Desestimande la ley antiterrorista para ellos aplicada, promovida por el general Pinochet en su momento, para reprimir las acciones de sabotaje contra su régimen dictatorial y vigente hasta la fecha, que infringe penas por esos mismos hechos a más de 100 años. Se les está juzgando por las dos vías al mismo tiempo: La penal y la militar.
Sus acciones son como reivindicación a su cultura, a su lengua, a sus derechos, a su tierra. Ellos fueron los que vivían en este territorio cuando llegaron los españoles a colonizarlos. Ellos fueron los que lucharon por lo que era suyo…
Audito Saavedra Martínez, Secretario Regional del Colegio de Profesores de La Araucanía (Región central del conflicto), un entendido en la materia, me ilustraba el otro día por escrito,de esta forma:
"Todo empezó en 1854 cuando Montt decretó que convenía agregar al estado, las provincias de Arauco. Luego vino la guerra de exterminio, el holocausto olvidado del siglo XIX, cuando la nación chilena entró a sangre y fuego a Arauco. Mujeres, hombres y niños desarmados bajo el fuego de los chilenos. Tras el genocidio, los racistas de Santiago fueron a buscar europeos y les regalaron las tierras usurpadas. Hoy se paga eso. Por un lado los descendientes de los inmigrantes se ven entremedio de una lucha que no entienden. Por otro, la justicia de Chile intentando condenar a un mapuche a quince años porque un testigo protegido lo oyó decir que iba a quemar un camión. Falta agregar que la mayoría de los fiscales son de ultraderecha, acá en el sur. Una vez más, mostramos que somos la copia feliz del Tercer Reich.
La compleja "cuestión mapuche" demanda propuestas integradoras, que faciliten la superación y pobreza que afectan a muchos pertenecientes a esa etnia, cuya población es mayoritariamente rural. Enfrentar los problemas de la propiedad colectiva de tierras, requiere respetar sus particularidades culturales, pero a la vez, facilitar su acceso a educación, capacitación, asistencia crediticia y emprendimiento. En esa dirección debiera apuntar el diálogo entre la autoridad y los representantes mapuches. La urgencia causada por la huelga de hambre, no puede impedir que el Ejecutivo y el Legislativo lo aborden con la máxima prudencia, pero también con independencia. Los actuales acontecimientos pueden ser una oportunidad para entrar de lleno en un problema que la sociedad chilena no ha conseguido solucionar en muchas décadas…(sic)"
La gravedad del asunto, por cuanto se presume un fatal desenlace de los huelguistas, si persisten en su postura al no haber cambios significativos ni del Gobierno ni del Parlamento, resitúa las posiciones tanto de la derecha (actualmente en el gobierno) como de la oposición (la anterior gobernante –Concertación-) en un callejón sin salida. Y al Gobierno le interesa sobremanera que no se desprestigie su imagen, frágil en estos primeros momentos de mandato.
La aprobación del Convenio 169 de la OIT sobre derechos Indígenas y Tribales, costó más de 20 años en conseguirla, por cuanto los partidos de Renovación Nacional –RN- y Unión Democrática Independiente -UDI-, la coalición del actual gobierno, la impugnaron al Tribunal Constitucional.
Al respecto comentaba el ex Presidente Aylwin "Fue mi gobierno el que tuvo que hacerse cargo y hacer un alegato ante el TC. El convenio se vino a aprobar recién a finales del gobierno de Bachelet. Más de 20 años para el convenio 169…"
En estos momentos estamos en una situación de tira y afloja entre gobierno y oposición, para atender una petición "sine qua non" de los huelguistas: Una mesa de negociación entre partes para encontrar una solución justa, oportuna y de acuerdo al derecho.
Por lo descrito, vamos a entrar en la conmemoración del Bicentenario con una situación compleja y de difícil, a mi entender, arreglo. Hará falta mucho tiento, mucha mano izquierda, mucha luz larga para convencer a unos y a otros.
Al parecer se intuye que existen ciudadanos de primera y de segunda. Incluso de tercera. Y en una República como ésta, con un gran prestigio internacional, merecido a pulso, será un tanto complejo desmentir lo que a simple vista parece una obviedad.
El Presidente Piñera, tendrá que hacer uso de sus dones de estadista para conciliar a toda la ciudadanía.
Confiemos que con el esfuerzo de todos los implicados, todo llegue a buen puerto: Que los damnificados por el terremoto/maremoto tengan una vida digna. Que se rescaten a los mineros vivos y salvos. Que los mapuches consigan un reconocimiento nacional de sus derechos y que, en definitiva, Chile sea un país en el que todos sus ciudadanos puedan tener el estado de bienestar que se merecen. Que se erradique totalmente la pobreza del país. Que esta conmemoración sirva como punto de concordia nacional.
Orbe.cl
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