Sabe un sinnúmero de historias trágicas, es testigo de tiroteos, habla con la gente, con los buenos y con los malos. Cada día ve cadáveres, mutilaciones, sangre y amargura. Pero no pierde la fe de que se pueda cambiar algo.
Judith Torrea, una periodista española "con el corazón mexicano", narra al mundo en su blog 'Ciudad Juárez en la sombra del narcotráfico' lo que ve cada día en la urbe más peligrosa del mundo. Por este trabajo Judith Torrea ha sido galardona con el premio Ortega y Gasset de periodismo digital 2010.
Judith Torrea contó cómo percibe la realidad de Ciudad Juárez.
Por qué usted, una periodista española que vivió en EE. UU., decidió dedicarse a hacer periodismo en Ciudad Juárez?
Siento un amor con mucho dolor por Ciudad Juárez. Fue la primera ciudad que pisé de México y encontré la vida que no encontraba en EE. UU., esa alegría por vivir de los juarenses que viven la vida como un instante fantástico que se puede acabar en cualquier momento. Ciudad Juárez es una ciudad sin ley, en donde todo es posible. Pero también es, o mejor dicho era, una ciudad fascinante. Para mí, Ciudad Juárez simboliza la vida, con todos sus matices. Mi corazón nacido en España se siente juarense, mexicano.
El blog surgió de la necesidad de contar. Soy periodista. No hay grandes investigaciones como las que puedo realizar en otros medios tradicionales, para sobrevivir. Lo que hay son crónicas de la vida diaria de esta ciudad. Vista con mis ojos. Que me ayudan a sentirme viva. Entre la muerte constante. Es mi vómito de justicia.
Soy periodista para intentar devolver la voz a quienes se les ha arrebatado. No sé si mis reportes servirán para algo, para reflexionar sobre esta llamada guerra contra el narcotráfico, sólo sé que no puedo hacer otra cosa más que contar lo que veo aquí.
¿Cómo es ser periodista cubriendo la realidad desde la urbe más peligrosa del planeta? ¿Qué es lo más difícil para usted en este trabajo?
Desde que recibí el premio Ortega y Gasset de periodismo digital 2010 por mi blog 'Ciudad Juárez, en la sombra del narcotráfico', he recibido mucha presión para no informar. Por todos los frentes. En estos 14 años cubriendo esta realidad varios de mis entrevistados han sido asesinados y otros han huido del país por amenazas feroces. Y tomo mis precauciones, como todos los que vivimos en Juárez. Y más si eres periodista, 'freelance' como yo, donde el peligro aumenta. Aunque, en realidad, sabes que de poco sirven.
Lo más duro para mí es volver a releer los reportajes que comencé a escribir hace 14 años, y descubrir que aquella realidad que muchos denunciaban que podría ocurrir se ha superado con creces ahora con la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente de México, Felipe Calderón. Y te preguntas si tu trabajo servirá para algo.
No tengo miedo, pero sí reconozco el peligro. A lo único que tengo miedo en la vida es a no hacer lo que siento que debo de hacer.
¿De dónde ha venido la crisis del narcotráfico en México?
El narcotráfico es un negocio ilegal. Creo que nace de la pobreza, de la necesidad. De diferentes tipos de necesidades. Y no sólo de la de los consumidores de Estados Unidos que no se cuestionan cuántos muertos (juarenses) se necesitan para consumir (en paz) un gramo de cocaína.
Por ejemplo, por Ciudad Juárez pasa parte de la droga que llega de Colombia hasta sus clientes en Estados Unidos, que la consumen en paz, sin vivir en una ciudad militarizada, sin poner las víctimas de la llamada guerra contra el narco. En Juárez siempre hubo problemas, pero no se vivía en guerra. De la población sin recursos –que crea la riqueza del primer mundo en modernas fábricas maquiladoras mientras viven en casitas hechas con desechos de las maquiladoras- salieron muchos niños sin un futuro que encontraron una forma de vida en las drogas, que ya no podían pasar con tanta facilidad a EE. UU. Las autoridades y los empresarios son responsables de lo que no han hecho.
Un día, en los campos de plantaciones de marihuana me comentaron las familias que comenzaron a cultivar marihuana cuando México firmó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Desde aquel momento, producir maíz no era rentable. Ahora México, que es gran consumidor de maíz, lo importa de EE. UU. Y así en este poblado comenzaron a cultivar marihuana, un kilogramo por 250 pesos, unos 17 dólares.
Así, con el hambre, la falta de oportunidades, comienza la cadena, que está dirigida por personas muy poderosas con vínculos enormes en la política y la economía.
El problema de Juárez es la impunidad. Los 10.000 niños huérfanos en esta llamada guerra contra el narcotráfico, que se ha cobrado más de 2.650 asesinatos el año pasado, más de 1.600 en el 2008, lo saben. Más de 3.100 en 2010 y los que tendremos hoy, entre 6 y 27 cada día.
Las autoridades, en lugar de buscar a los culpables, a veces convierten a inocentes en culpables. Los abogados de algunos de los 'chivos expiatorios' han sido asesinados. En este ambiente, todo es posible. Lo terrible es que no sólo no han cambiado el entorno donde se producían estos crímenes, sino que éste se ha agravado.
Ciudad Juárez se está quedando poco a poco fuera del mapa. Aquí los tiroteos poseen todos los ingredientes de las películas de Hollywood. Las ejecuciones se pueden producir a cualquier hora del día, en las calles principales de la ciudad. A veces, hasta que las autoridades retiran los cadáveres pasan horas y las mamás se acercan con sus hijos a ver el espectáculo como si fuera una película en la que lo único que falta son las palomitas de maíz. Los niños se han convertido en testigos de los asesinatos. Algunos de ellos, se disputan con sus amigos el número de muertos que han visto y en los recreos de la escuela juegan a ser sicarios.
Sabes que sales de tu casa, pero no sabes si regresarás. Como el resto de los que vivimos en Juárez. Te enfrentas a que te secuestren, roben o te maten y que nadie haga nada, sobre todo, en estos cuatro años que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico donde, a pesar del despliegue de más de 10.000 fuerzas federales, los crímenes y la inseguridad se han disparado.
AGENCIAS
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