El presidente sudcoreano Lee Myung-Bak prometió este lunes que Pyongyang iba a "pagar el precio" de sus recientes disparos de artillería, que calificó de "crímenes inhumanos", al tiempo que se decía escéptico sobre una posible anulación del programa nuclear de Corea del Norte.
No puedo dejar de expresar mi indignación frente a la brutalidad del régimen del Norte, dijo Lee Myung-Bak, en un discurso transmitido por televisión.
"Ahora nuestro pueblo sabe que cualquier tolerancia o paciencia suplementaria (con Pyongyang) sólo llevará a mayores provocaciones", añadió.
Lee también dijo que le era "difícil esperar que Corea del Norte abandone su arriesgada política militar y (su programa) de armas nucleares".
El presidente sudcoreano enfrenta duras críticas de parte de la prensa y los responsables políticos sobre la respuesta militar de Seúl, considerada como demasiado tímida tras el bombardeo del martes, por Corea del Norte, de una isla sudcoreana.
Corea del Norte disparó el martes 170 proyectiles contra la isla de Yeonpyeong, situada muy cerca de la disputada línea de demarcación marítima entre Seúl y Pyongyang: 90 cayeron al mar y 80 causaron estragos en la isla.
Este ataque de una intensidad sin precedentes desde la Guerra de Corea (1950-1953) mató a cuatro surcoreanos, dos soldados y dos civiles.
Estados Unidos y Corea del Sur iniciaron el domingo una demostración de fuerza aeronaval frente a la tensa península coreana, al tiempo que Pyongyang prometía contraatacar "sin piedad" ante cualquier intrusión en lo que considera es su espacio marítimo soberano.
Las maniobras, que durarán cuatro días, son los más importantes ejercicios militares organizados por ambos Estados, según el estado mayor sudcoreano.
Esas maniobras, lanzadas en medio de un clima de muy alta tensión en la península de Corea, son una "provocación y un crimen", dijo por su lado Pyongyang, este lunes, en un comunicado difundido por la agencia KCNA.
Los ejercicios aeronavales en curso en el Mar Amarillo son una demostración de fuerza, según Washington, que apuntan a "reforzar el efecto disuasorio contra Corea del Norte."
Estas aguas son celosamente vigiladas por Pekín, que se declaró "en contra de cualquier acción militar no autorizada dentro de la zona económica exclusiva de China."
Según un portavoz del Pentágono, estas operaciones son "de naturaleza defensiva" y "no están dirigidas contra China".
La pieza central del dispositivo es el portaaviones nuclear estadounidense "George Washington".
Corea del Sur contribuye con seis buques de guerra, entre ellos un destructor lanzamisiles de 7.600 toneladas equipado con el sistema Aegis, dos destructores de 4.500 toneladas, fragatas y medios aéreos para luchar contra los submarinos, según el comando conjunto.
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