En Río preparan una ofensiva final contra narcotraficantes


Son 800 soldados que rodearon a unos 500 traficantes refugiados en las villas Penha y Alemao. Ayer hubo 7 muertos más, que se suman al medio centenar de caídos desde el domingo. La ciudad está sitiada, con muchos autos en llamas.

La mujer llegó corriendo hasta el puesto militar que acaba de instalarse a la entrada del barrio Alemao, una laberíntica favela al norte de Río de Janeiro. “Por favor, déjeme pasar. Salí esta mañana a trabajar y mis hijos están adentro”. El militar, uno de los 800 que ayer se unieron al megaoperativo contra los narcos, se limitó a negar con la cabeza. Eran casi las seis de la tarde y esta barriada acababa de ser cercada junto a su vecina, Penha. Adentro había por lo menos 500 narcotraficantes listos para resistir con sofisticadas armas . Entonces se escuchó un disparo. Todos corrieron, incluso la mujer. “Váyase, váyase, no tiene chaleco antibalas”, advirtió un policía mientras señalaba una calle por la cual alejarse.

Las fuerzas de seguridad de Río continuaron ayer con el operativo que comenzó cuando el domingo bandas narcos lanzaron una ola de ataques a automovilistas.

Desde ese día se contaron 51 delincuentes muertos (ayer hubo siete más) y 95 vehículos incendiados.

El parte oficial al cierre de esta edición también decía que la situación era la siguiente: más de 500 narcos estaban acorralados en dos favelas: Penha y Alemão. Muchos de ellos habían escapado de Vila Cruzeiro, que el jueves había sido librada de los narcos.

Los cariocas desde hace días siguen el minuto a minuto del megaoperativo de seguridad que despierta la atención mundial porque en 2014 esta ciudad será el escenario para el Mundial de Fútbol y, dos años más tarde, de los Juegos Olímpicos. Pero aunque el centro de la escena de la guerra contra los narcos con tanques en la calle y movilización de tropas se concentra en el norte, toda Río está bajo vigilancia .

Tres helicópteros de la Marina ayer sobrevolaron varias veces las playas y el puerto. Uno de la policía recorría a baja altura el puente sobre el mar que conduce a Nitteroi. Abajo, en el mar, varias lanchas patrullaban. Cuando al atardecer Río se empapaba con una lluvia finita y cálida, habían atrapado dos balsas con supuestos narcos. El objetivo, explicaron desde el gobierno del Estado de Río de Janeiro, es que los narcotraficantes no huyan a Estados vecinos. Durante el operativo del jueves en Vila Cruzeiro unos doscientos delincuentes escaparon trepando el morro de selva tupida , que es el límite norte de esa favela. Se refugiaron en las dos vecinas que ayer estaban cercadas.

Ayer, un helicóptero blindado recorría metro a metro la zona. Al mediodía fue el objetivo de varios tiros de narcos que todavía estaban escondidos. “Está blindado. Estamos actuando bajo lineamientos de una guerra no convencional”, explicó a la prensa Lima Castro, jefe del operativo.

Vila Cruzeiro todavía olía a humo, pudo comprobar Clarín . En sus calles estrechas se veían camiones y colectivos incendiados, eran las barricadas hechas por los narcos para impedir el paso policial. También había varias motos aplastadas por los tanques de la Marina. La Policía, al final del operativo, había cercado su perímetro –dentro del que viven unas 200.000 personas– y buscaban casa por casa a narcos . A media tarde, la comisaría a la entrada de la barriada comenzó a ser un inventario de objetos de los traficantes de drogas. La narcocolección tenía “piezas” sorprendentes como un tucán y una moto importada de uno de los varones de la droga que sorprendía por su poderío.

La “conquista” de esta favela –que es una de las doce del área conocida como el Complejo Alemão– fue un “día histórico”, dijo ayer el gobernador de Río, Sergio Cabral. El político recibió el apoyo del presidente Lula da Silva y de la presidenta electa Dilma Rousseff.

Pero sus habitantes todavía ayer estaban con miedo, a pesar del anuncio que la presencia policial y militar seguiría en el futuro. Muchos huyeron de sus casas. Algunos habían quedado en el fuego cruzado y apenas alcanzaron a sacar una sábana blanca para indicar su inocencia. “Hace 15 años que estamos presos de los traficantes”, le decía ayer a Clarín Ilda, una vecina que hace 53 años vive en una casa de ladrillos sobre el morro. Por eso, como muchísimos otros, aplaudió cuando vio llegar a los militares. “Fue mucho tiempo de miedo”, decía la mujer que no quiso dar su apellido. “Parece una liberación, pero ¿mire si vuelven?”. Hasta ese momento los que podrían volver estaban acorralados a metros de distancia. Un cordón de militares y policías armados estaban esperando la orden para intentar atraparlos. Sería ésa la fase final del hasta ahora capítulo más impresionante de la lucha contra el tráfico de droga en Río.

Agencias clarin

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