La tragedia se cebó ayer con dos familias sevillanas y la causa fue una vaca, un animal que abandonó una finca para cruzar la autovía A-66 causando el accidente en el que perdía la vida un hombre de 43 años y, como consecuencia, también la de su novia, que no pudo soportar la pérdida y decidió quitarse la vida al conocer la noticia. Todo en un mismo día, en pocas horas. Dos familias destrozadas y cuatro niños huérfanos. Dos de él y otros tantos de ella.
José Diego Acosta, de 43 años de edad y divorciado, compartía su vida desde hace cinco con Teresa Pérez, viuda y madre de dos hijos, en un piso de Sevilla-Este.
Ayer a las seis y media de la mañana el hombre, que trabaja en la empresa de seguridad Prosegur, y estaba destacado, concretamente, en el pantano de La Minilla, atropelló a una vaca que irrumpió en su camino cuando viajaba por la referida autovía, a la altura del término municipal de Guillena, concretamente en el punto kilométrico 749.
El coche que iba detrás también colisionó contra el suyo pero su conductor no pasó de sufrir heridas. José Diego falleció y tras él dejó una estela de amargura que ayer destilaban los familiares y amigos que se encontraban en el tanatorio de San Jerónimo. Eran los allegados de los dos porque mientras a él ya lo velaban, a ella, cuando ya caía la noche se le estaba practicando la autopsia. Pero las causas, explicaban, estaban claras. Se había precipitado por un patio interior de una casa que tenía en el Parque Alcosa al saber que, de nuevo, había perdido a su compañero, y a pesar de que tenía dos hijos.
Una historia de novela que contradice eso que dice la canción que de «amor ya no se muere» que tiene como telón de fondo una posible negligencia pues al parecer la vaca tenía dueño, «tenía un chip, no era salvaje y eso es responsabilidad de alguien», era el comentario que ayer hacían los familiares de los difuntos entre sollozos y abrazos de los que se iban y de los que llegaban que no daban crédito a lo sucedido. «Tantas campañas de tráfico, tantas multas a los conductores y las carreteras desprotegidas sin un cercado que impida estas cosas», añadían.
Aunque no era el momento de pensar en algo que no fuera la lamentable tragedia —«y darle vuelta a la cabeza, Dios mío, de cómo ha podido pasar esto»— la familia de José Diego sí tenía claro ayer que va a emprender cuantas acciones legales sean pertinentes para depurar responsabilidades «porque aquí hay un responsable de que la vaca se haya escapado a la carretera».
Agencias
Publicar un comentario