Aturdidos y entristecidos por el terremoto y el tsunami que desbastó el noroeste de Japón, no podemos dejar interesarnos por la situación de los amigos que viven allá y de todos sus habitantes que han sufrido la peor tragedia desde la Segunda Guerra Mundial.
A pesar del ánimo decaído por la enorme cantidad de víctimas y desaparecidos, quisiéramos hacer una evaluación económica del desastre aún cuando falta información para poder completarla. Recordemos que el PIB de Japón se sitúa en los u$s 5.100 billones (15 veces el PIB de la Argentina) y es casi el 10% de la economía mundial. Aproximadamente la mitad de ese país fue afectada por el sismo.
Sus habitantes han hecho de una isla muy pobre un país de gran riqueza por medio de la inversión y el trabajo ordenado, eficiente y patriota de los japoneses, que han dado mucho más a su país de lo que le han pedido pues, orgullosamente, lo quieren sentir bien alto en el concierto de las naciones. El ingreso per capita se estima en u$s 39.800 por persona, mayor que el de los principales países de Europa. En cierto modo los argentinos somos lo opuesto de Japón, un país sin recursos que se ha desarrollado y vuelto rico gracias al trabajo y a la inversión, en tanto que nosotros, un país con grandes recursos, nos hemos subdesarrollado y vuelto pobres.
Evaluación económica. Este terremoto seguido por un tsunami en Japón tendrá gran impacto en la economía mundial. Inmediatamente, fueron afectadas negativamente las bolsas del todo el mundo. Las compañías de seguros y reaseguros de Europa y EE UU que tenían riesgos tomados sobre aquel país, se estiman que habrían perdido entre u$s 15.000 y u$s 30.000 millones de dólares, lo que es un impacto muy grande. Esto sólo mide el efecto del terremoto, aunque no el del tsunami. El precio de las acciones de estas compañías cayó entre 5% y 7% el mismo viernes.
La infraestructura fue muy castigada, tanto puertos, barcos, puentes, caminos, carreteras, camiones, autos, ómnibus como ferrocarriles. Hasta el tren bala fue dañado. Las casas particulares, los hoteles, edificios de oficinas y de departamentos sufrieron también la combinación del terremoto y del tsunami. Instalaciones de empresas industriales y de servicios, escuelas y edificios públicos de la zona afectada sufrieron daños de magnitud que aún no están evaluados. Lo peor fue el efecto que tuvo sobre las centrales nucleares, que han sufrido explosiones y que podrían perder material radioactivo, por lo que hubo que evacuar a unas 200.000 personas del área de influencia.
La reconstrucción costará grandes sumas de recursos financieros. En el Katrina se había calculado que su efecto podía medirse directa e indirectamente en 1,8 % del PIB. Tomando en cuenta este estimador una primera evaluación provisoria nos arroja un efecto económico del sismo en Japón de u$s 92.000 millones, es decir algo menos que un tercio del PIB de la Argentina, pero la evaluación final seguramente puede ser mayor, dado que también es mayor la magnitud del sismo del que hemos tomado como base para el cálculo.
Así como otros terremotos afectaron la actividad productiva, en este caso podría frenar la recuperación que se estaba insinuado en la principal economía asiática y cuarta del mundo. Además, al tener que dedicar muchos más recursos a la reconstrucción interna, seguramente demandará mucho menos del resto del mundo, principalmente alimentos. Japón es el principal importador de maíz. Todos los precios de las principales commodities agrícolas y del petróleo bajaron de inmediato en las bolsas internaciones como consecuencia de que los operadores siguieron este mismo razonamiento.
En resumen, una gran pérdida humana que tenemos que sufrir y además una fuerte repercusión económica, que no solo afecta a Japón sino también a la economía mundial, al disminuir sus perspectivas de crecimiento.
agencias
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