La operación Odisea al Amanecer, emprendida ayer por la coalición internacional liderada por Francia, Reino Unido y Estados Unidos para frenar los sangrientos ataques de Gadafi contra la población civil libia, no ha dado tregua durante la madrugada. Tras los primeros ataques de ayer por la tarde por aire y tierra en zonas próximas a Bengasi, bastión de los rebeldes, y en el área de Trípoli, donde permanece atrincherado el dictador, en las últimas horas se han podido oír en Trípoli fuertes explosiones, al parecer procedentes de nuevos bombardeos y misiles de los aliados y, simultáneamente, de los sistemas antiaéreos del régimen para intentar repeler una nueva ofensiva de los aliados. Sobre las dos y media de la noche en Trípoli, se oyó un gran estruendo, seguido de una luz resplandeciente que iluminó por unos momentos el cielo de la capital. Unos segundos después, se oyeron varias ráfagas continuadas de fuego antiaéreo libio contra los ataques de las fuerzas extranjeras. No se pudo determinar qué zona había sido atacada.
Fue Francia la encargada de abrir ayer el fuego en el área de Bengasi tras una cumbre internacional en París en la que se decidió aplicar la resolución de la ONU que autoriza el ataque tras concluir que Gadafi no había cumplido el alto el fuego que anunció el viernes. El siguiente paso lo dio EE UU, cuyos barcos de guerra y submarinos lanzaron 110 misiles de crucero contra los sistemas antimisiles libios y alcanzaron 20 objetivos. Y esta madrugada, Reino Unido ha confirmado su participación en los ataques aéreos sobre Trípoli.
En respuesta a la ofensiva, al filo de la medianoche Gadafi lanzó un discurso de audio emitido por la televisión estatal Libia en el que amenazó con atacar "objetivos civiles y militares" en el Mediterráneo y el Norte de África , área que declaró como zona de guerra, y lanzó un llamamiento a todos los libios a armarse y luchar en una revolución contra lo que considera una "cruzada colonial injustificada". Tras su discurso, el Gobierno libio lanzó un comunicado para pedir una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. La nota considera que "se trata de una agresión que amenaza la paz y la seguridad internacionales" y "deja sin efecto" la resolución del Consejo para imponer la exclusión aérea porque "está dejando víctimas civiles y daños en hospitales. Según el régimen, los bombardeos aliados sobre territorio libio han dejado un saldo de 48 muertos y 150 heridos en "zonas civiles".
Operación coordinada
A las 17.45 (hora peninsular española), un avión francés lanzó el primer disparo en Bengasi contra un vehículo. El coronel Laurent Teisseire, portavoz del Estado Mayor francés, confirmó poco después que "el primer objetivo fue detectado y destruido". Minutos después, la cadena Al Yazira aseguraba que el caza destruyó cuatro tanques del Ejército libio. Según un portavoz de las Fuerzas Armadas galas, unos 20 aviones se habían desplegado en un área de entre 100 y 150 kilómetros en torno a la ciudad de Bengasi, el bastión de los sublevados. A lo largo de la tarde, destruyeron otros cuatro vehículos blindados al suroeste de la capital rebelde.
Teisseire explicó que las operaciones francesas tenían dos objetivos prioritarios: impedir que los blindados de Gadafi atacaran a la población de Bengasi y salvaguardar la zona de exclusión aérea. Así, una intervención en la que Francia había puesto todo su empeño diplomático se iniciaba con la entrada en combate de las fuerzas francesas como pioneras de la coalición. La página web del diario Le Figaro lo describía ayer así con un punto de orgullo: "Francia golpea la primera".
Al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa anunciaba que dos fragatas dotadas con sistemas antiaéreos ya se habían situado en la costa libia y que el portaaviones nuclear Charles de Gaulle, atracado en el puerto de Tolón, tenía previsto zarpar ayer y llegar a Libia en 48 horas.
Obama se implica
A la intervención francesa siguió de inmediato la acción de Estados Unidos, que comenzó por la noche con el disparo de 110 misiles de crucero desde sus barcos en la zona contra 20 objetivos de los sistemas de defensa antiaérea libios. El presidente Barack Obama confirmó en Brasilia que había ordenado el inicio de las operaciones militares "en interés de Estados Unidos y del mundo". El Pentágono anunció que estos ataques continuarán hasta crear un entorno seguro sobre el cielo de Libia y que EE UU "estará al frente" de esta operación militar.
Obama aseguró que el único límite a este ataque será el uso de fuerzas terrestres, que insistió en que Estados Unidos no utilizará. "Era necesario demostrar que los actos tienen consecuencias" y el mundo no podía permanecer impasible ante "los actos de brutalidad cometidos por Muamar el Gadafi contra su propio pueblo".
En el mismo sentido se había pronunciado Sarkozy horas antes en su alocución: "Intervenimos hoy en Libia, bajo el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, con nuestros aliados, y especialmente con nuestros aliados árabes. Y lo hacemos para proteger a la población civil de la locura criminal de un régimen que, asesinando a su propio pueblo, ha perdido toda legitimad".
El presidente norteamericano afirmó que el uso de la fuerza no era una decisión que había tomado con ligereza. Dijo que se habían dado a Gadafi, hasta ayer mismo, todas las oportunidades para poner fin a sus amenazas, pero que al final no ha quedado otra alternativa que iniciar una ofensiva, en conjunto con la comunidad internacional, pero en la que Estados Unidos tendrá un papel primordial "con sus excepcionales medios militares".
El objetivo de estos ataques es el destruir todos los medios con los que Muamar Gadafi cuenta para intimidar a los aviones que deben patrullar el área para asegurarse el cumplimiento por parte del Ejército libio de la zona de exclusión aérea impuesta el jueves pasado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En última instancia se trata de evitar que las tropas de Gadafi puedan atacar a los rebeldes y que éstos puedan recuperar las posiciones perdidas en los últimos días.
Los ataques serán fuertes y sostenidos y, aunque el Pentágono no ha querido adelantar plazos, podrían extenderse a lo largo de varios días. Según fuentes norteamericanas, el peso principal de la operación, al menos en su fase inicial, correrá a cargo de cinco países, además de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Canadá e Italia. En olas sucesivas se espera que se sumen otros países, entre ellos algunos árabes, aunque no está aún decidido cuáles.
Odisea al amanecer
Estados Unidos utilizará bombarderos, aviones de combate y misiles desde sus barcos. No cuenta actualmente con portaaviones frente a las costas de Libia, pero sí con otras naves y submarinos con enorme poder de fuego. No quedó completamente claro anoche cómo se había organizado el mando de la operación, bautizada como Odissey Down (Odisea al Amanecer). El Pentágono parece sugerir que, durante unos primeros días, el mando recaerá en las fuerzas norteamericanas hasta que, posteriormente, se cree un comando conjunto de las fuerzas de la coalición que no se sabe quién lo dirigirá.
Los ataques de anoche estuvieron dirigidos por el general Carter Ham, jefe del Comando de África de las Fuerzas Armadas norteamericanas. La operación en su conjunto está a cargo del almirante Sam Locklair, que navega en el buque Mont Whitney.
Simultáneamente a la intervención sobre el terreno, se celebraba ayer en París una nutrida cumbre, organizada por Francia, para ultimar los preparativos de la campaña. Participaron en ella dirigentes de 17 países, entre los que se encontraban, entre otros, Hillary Clinton, David Cameron, José Luis Rodríguez Zapatero o Angela Merkel.
El presidente francés ofreció una última oportunidad a Gadafi: "La puerta de la diplomacia se volverá a abrir en el momento en el que las agresiones cesen". Y añadió: "El porvenir de Libia pertenece a los libios. No queremos decidir en su lugar. El combate que ellos mantienen por su libertad es suyo".
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