Mario Sepúlveda, el segundo minero en ser rescatado de la mina San José, 'se robó la película' tras repartir como obsequio a las autoridades piedras que trajo desde el fondo de la mina y alentar a viva voz a los rescatistas, desatando un momento de euforia.
Sepúlveda, de 39 años y presentador de la mayoría de los videos que se conocieron de los 33 mineros, abrazó a su esposa apenas salió de la cápsula, tras 69 días de encierro. Luego se agachó y desde un bolso sacó varios trozos de roca que le repartió al presidente Sebastián Piñera, a quien también le dio repetidos abrazos y fuertes palmoteadas en la espalda.
El minero también regaló un trozo de roca al ministro de Minería, Laurence Golborne, a quien llamó "jefazo" y abrazó fuertemente, para después pasar por el jefe de las operaciones, André Sougarret, a quien le pidió el casco como regalo para su hijo, gesto que el ingeniero tomó con agrado.
Mientras emergía, iba gritando "Viva Chile, mierda", con una potente voz que se dejaba escuchar hasta la superficie.
Dando muestras de una salud a prueba de balas, tras entregar sus presentes Mario se acercó hasta donde estaban los socorristas y, como si se tratara de una estrella de cine, les tocó las manos saludándolos, y luego les hizo corear el tradicional "Chi-Chi-Chi, le-le-le, viva Chile". También arrancó sonrisas de la primera dama, Cecilia Morel.
"Salió con un estado anímico muy bueno. Me sorprendió que salió con un saco con oro hasta para el presidente. Él sigue con sus chistes. Así como salió luego (rápido), si lo dejan libre va a andar por aquí", dijo su padre.
Siguiendo con el protocolo, y a pesar de su aparente buen estado de salud, Sepúlveda fue llevado a un hospital de campaña para un chequeo médico inmediato. Antes de subirse a la camilla, con una gran excitación, preguntó a quienes lo transportaban por su perra.
Electricista, casado y padre de dos hijos, este hombre nacido en Parral -la tierra de Pablo Neruda- emergió tras su compañero, Florencio Ávalos, el primero en salir.
Ya en el hospital, un poco más calmado y junto a su familia, relató parte de su encierro, y pidió que los mineros no fueran tratados como artistas.
"Estuve con Dios y estuve con el diablo. Me agarré de Dios, tomé la mejor mano. Siempre supe que Dios nos iba a sacar", dijo.
"No nos traten como artistas ni periodistas; quiero que me traten como minero. Quiero morir amarrado al yugo", dijo, en referencia a que quiere seguir trabajando en minas.
Sepúlveda se mostró también muy agradecido con todos los rescatistas: "Ellos nos recuperaron; nosotros pusimos de nuestra parte, la locura, la experiencia, pero todo lo demás lo pusieron los profesionales", dijo, antes de terminar con una reflexión: "La vida me ha tratado duro pero he aprendido".
Agencias
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